La fitoterapia ―del griego- phytós (‘planta’ o ‘vegetal’) y therapeia (‘terapia’)― o medicina herbal es una terapia de medicina alternativa, que sostiene la posibilidad de curar o aliviar síntomas o enfermedades con plantas medicinales. Preparaciones usadas en la fitoterapia con principios activos conocidos y medidos, son efectivas para tratar algunas enfermedades.[1][2][3]
A nivel mundial, no existen estándares para autentificar todo el contenido, seguridad o eficacia de las plantas medicinales,[4] y generalmente hay una ausencia de investigación científica de alta calidad sobre la composición del producto o la efectividad para la actividad contra las enfermedades.[5][3] Las afirmaciones de beneficio terapéutico de los productos herbales, a veces sin pruebas rigurosas de eficacia y seguridad, reciben opiniones escépticas por parte de la comunidad científica.[2]
En países con falta de normativa al respecto, algunas prácticas poco éticas de herbolarios y fabricantes, pueden incluir publicidad falsa sobre los beneficios para la salud en las etiquetas o la descripción de los productos,[1] y la contaminación o el uso de rellenos durante la preparación del producto,[4][6] pueden erosionar la confianza del consumidor sobre productos de esta índole.[7][8]
El consumo de plantas medicinales ha ido en aumento en los últimos años en todo el mundo y es frecuente su empleo en combinación con medicamentos prescritos médicos.
Está extendida la falsa creencia de que los productos a base de plantas son inocuos e incluso ventajosos por su carácter natural, un razonamiento poco compatible con el hecho de que su efecto terapéutico se achaque a su contenido en principios activos con actividad farmacológica. Esta percepción se basa en la tradición de su uso en lugar de estudios sistemáticos que evalúen su seguridad, que por lo general no existen. Sin estos estudios, únicamente pueden ser detectados aquellos riesgos evidentes, muy frecuentes y de ocurrencia inmediata.[9] Tóxicos y venenos, como pueden ser la cicuta, el cianuro, las toxinas de las setas venenosas y el veneno de escorpión, son productos tan naturales como la miel de abeja.[10]
Como cualquier medicamento, las plantas pueden provocar reacciones adversas, intoxicación por sobredosis o interacciones perniciosas con otras sustancias. Se han descrito interacciones de relevancia clínica entre plantas y medicamentos, por lo que resulta imprescindible comunicar al médico el consumo de preparados naturales. Asimismo, se han notificado en los productos a base de plantas medicinales problemas de confusión entre unas plantas y otras, además de contaminación con pesticidas, metales pesados y medicamentos. Es necesario el mismo control médico estricto con las plantas medicinales que con los medicamentos de síntesis.[9][11][12]
En muchos países occidentales, como España, la producción, la autorización, el registro, la distribución y la dispensación de productos de origen vegetal, está regulada bien a través de la legislación alimentaria o de la de medicamentos tradicionales a base de plantas.[13] En 2012, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) publicó un compendio de especies vegetales que contienen sustancias de posible riesgo o preocupación para la salud humana cuando son utilizadas en alimentos o complementos alimenticios, que actualiza un listado previo de abril de 2009.[14]
En algunos países de la Unión Europea, las técnicas de la medicina alternativa, como la fitoterapia, son aplicadas principalmente por médicos, mientras que en otros, fundamentalmente los nórdicos, se autoriza a hacerlo a no médicos. En Estados Unidos, solo se permite a médicos con autorización; no cumplir este requisito constituye un delito.[13] En general, se proporciona formación sobre terapias naturales en todos los países, pero su grado de oficialidad varía mucho: unos tienen especialidades para médicos o programas postgrado en la Universidad (Alemania, Italia) y en otros la formación se realiza en institutos privados o escuelas (Suecia, Canadá). En otros, como es el caso de España, no se ha desarrollado ninguna titulación de formación profesional ni cualificación profesional en la familia profesional de Sanidad, pese a lo cual universidades, centros privados, sociedades, etc. facilitan formación para profesionales sanitarios y no sanitarios.[13] A esto se suma el escaso conocimiento que sobre este tema tienen los profesionales sanitarios titulados, responsables de la atención del paciente. Por lo general, el empleo de plantas medicinales no se refleja en las historias clínicas de los pacientes, a pesar de consumirse incluso durante ingresos hospitalarios.[9]
Muchos preparados naturales utilizados en la fitoterapia contienen el mismo principio activo que los usados en la medicina convencional, o viceversa ya que constituyen muchas veces los ingredientes primarios utilizados por laboratorios farmacéuticos como punto de partida en el desarrollo de formas comerciales que serán patentadas para su uso terapéutico, con el consecuente y buscado incremento del beneficio económico derivado de la patente. Por ejemplo, la mayor parte de los medicamentos que se han venido empleando en el campo de la oncología han sido obtenidos de la naturaleza, a partir de bacterias, hongos, plantas, minerales o, incluso, animales.[10] Los fitofármacos, por su parte, incluyen aquellos extractos estandarizados producidos a partir de la totalidad de una planta o de sus partes u órganos. Además de plantas, se utilizan ciertas algas. Queda aún por definir si los principios activos extraídos de hongos y levaduras deben incluirse como fitofármacos o como se ha propuesto, como fungifármacos.
No obstante, el contenido en principio activo de los productos a base de plantas medicinales es a veces variable, debido a la variabilidad inherente en el crecimiento de las plantas, su recolección, procesamiento y demás manipulaciones salvo cuando está estandarizadas desde la variedad del cultivo y resto de procesos. Pese a ello, con la dificultad e incertidumbre que este hecho implica en su correcta dosificación, muchas personas prefieren el uso de estos productos naturales en lugar de la especialidad farmacéutica con el principio activo.[9] Sin embargo es fácil encontrar ya en cualquier oficina de farmacia, una amplia sección de parafarmacia con complementos alimenticios basados en plantas medicinales con cuantificación precisa del extracto y un contenido estandarizado y declarado de principios activos.
La farmacéutica tiene su aproximación a la fitoterapia en la farmacognosia, que da cuenta de los constituyentes químicos de las plantas o de sus órganos o partes y de las propiedades farmacológicas de estos.